Individuales. Blanco y negro.
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La hoja de un cuchillo de sierra con gran detelle.
Ató con fuerza los dos extremos y se sentó en el medio asiéndose con fuerza en los dos ramales del columpio. Empezó a mecerse con fuerza y fue meciéndose con un impulso que parecía infinito intentando tocar el cielo. A medida que ganaba altura cerró los ojos y se dejó llevar por la suavidad del balanceo sintiendo sobre su cara la fresca brisa que venía del mar.
El verano y el calor cuando la justicia del sol cae a plomo y el viento en calma convierte en interminable la espera del refrescante baño en el mar.
